14 de abril de 2013

Ayuda a tu hij@ a dejar el chupete sin traumas


El feto succiona su dedo pulgar a partir del quinto mes de embarazo como un acto reflejo. De hecho, es también uno de los primeros reflejos del bebé al nacer, y le garantiza la supervivencia. Después, succionar se convierte en una actividad que le relaja y le consuela.





A medida que el niño crece, la necesidad de chupar va desapareciendo sola y busca alternativas para consolarse: un peluche, mamá y papá..…. Es un proceso gradual y se recomienda no obligarle a dejar el chupete de forma drástica, y menos antes de cumplir los dos años.


¿Lo dejará él solo?

Sí, si usa el chupete o se chupa el dedo ocasionalmente: antes de ir a la cama, si está enfadado o aburrido, cuando ha recibido un susto o en el momento en que coge el sueño.
En estos casos, lo habitual es que vaya abandonando espontáneamente es acostumbre, de manera gradual hasta olvidarse de su existencia, o de un día para otro.


¿Es perjudicial el chupete?

Si cumplidos los tres años el niño no abandona el chupete ni de día ni de noche, puede llegar a deformar la parte del paladar duro o provocar deformaciones dentarias, como que el maxilar superior se desplace hacia delante o que al cerrar la boca los dientes superiores no coincidan con los inferiores.
En tal caso, la masticación, la pronunciación o la respiración pueden verse afectadas. Pero ese riesgo es mínimo si el niño deja de chupar entre los dos y los tres años. E, incluso, si se prolonga más en el tiempo, las posibles anomalías se suelen corregir espontáneamente cuando se deja el chupete antes de los cinco años.


Claves para dejar el chupete sin traumas



1. No obsesionarse

Conviene que los padres sean conscientes de que sus estímulos son muy importantes: si el niño detecta que hay una preocupación familiar para que deje el chupete, puede mostrar mayor resistencia.


2. Dejarlo gradualmente

Empezar, por ejemplo, a dárselo solo por la noche para dormir, en momentos de crisis, o aprovechar una situación de ruptura con la rutina habitual, un fin de semana en casa de los abuelos, unas vacaciones... Entonces, le explicaremos que igual que hoy no dormimos en casa, cosa que es un cambio importante, tampoco lo hacemos con chupete, que es otro cambio.


3. No tomar medidas drásticas

Tirar los chupetes de pronto, poner sobre ellos sustancias amargas, amenazar o castigar, no solo no suele funcionar, sino que es contraproducente. Puede crear un trauma al pequeño y, en ese momento, necesitará su chupete (su consuelo, su amigo) mucho más que antes.


4. Ponerse de acuerdo con él

Hay que conseguir la colaboración del niño. Le proponemos dejarlo en un lugar determinado y le pedimos que solo lo reclame cuando de verdad lo necesite. Solamente se lo daremos en esos casos. También podemos pactar en qué situaciones puede usar el chupete y en cuáles no.


5. Negociar

Podemos probar a negociar con el pequeño una posible fecha de abandono:su cumple, las próximas vacaciones, la semana que viene... o intercambiarlo por un regalo que le haga mucha ilusión. Si lo deja debajo de la almohada, al día siguiente se encontrará con un regalito de parte del Hada de los Chupetes de los niños mayores...


6. No impacientarse

Conviene recordar que los niños no son adultos pequeñitos, sino unas personas que están desarrollando su vida a todos los niveles, por lo que hay que prestarles atención y bajar a su nivel, esto es, procurar entender al niño y no viceversa.


7. Elogios y amor

Cualquiera que sea el método que usemos, hay que premiarle con besos, abrazos y mimos por sus pequeños o grandes logros. Así, a medida que pasen los días y use menos y menos el chupete, llegará el momento en que sólo lo quiera por la noche y, pasado un tiempo, ni eso.


¿Hay que preocuparse?


  • Si persiste en su uso de alguna manera llamativa. En ese momento, su necesidad de chupar puede estar expresando que se encuentra estancado en una etapa vital y no está progresando a la siguiente. Quizá vuelva a ese placer primitivo por alguna insatisfacción afectiva, una dificultad para asimilar separaciones, falta de afecto físico, celos, problemas de adaptación en la guardería... Hay que fijarse en cuándo chupa: después de un ataque de celos, por aburrimiento, cuando tiene sueño... Hay que prestarle atención y cariño especialmente en esos momentos.










  • Cambia el chupete por el dedo. Algunos niños pasan del chupete directamente al dedo, algo que es un poco más problemático, aunque solo sea porque el chupete se puede retirar gradualmente, y el dedo no tanto. Además, al ser más duro, el riesgo de deformación dentaria es mayor. Si es algo esporádico, no tiene demasiada importancia. Si se vuelve muy frecuente, puede ser síntoma de ansiedad o retraimiento y darnos pistas de que algo no va bien: miedos, falta de afecto...




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